domingo, 6 de diciembre de 2020

No era él (primera parte)

Fue progresivo el aumento del deseo que él me causaba. La primera vez que vi esa imponente espalda unida al resto de su cuerpo, juro por mi madre, me sonrojé de inmediato. No podía evitar espiarle y sacar todas las conclusiones posibles; ¿De dónde vendrá? ¿Quién es? ¿Qué esconde tras esa mirada penetrante y retadora? y sobre todo ¿Qué se sentirá estar entre sus brazos?

En alguna ocasión, como toda chica de 18 años, me llegué a preguntar cómo sería estar con un hombre más grande. Del mismo modo, como cualquier chica de mi edad, no tenía manera de saberlo. No sé qué tenía en él que me jalaba a conocerlo. Se asemejaba a lo que pasa con las polillas y el fuego de una vela. Así de peligroso y tentador era para mí este sujeto. Cada intento de convivencia se veía frustrado por mi torpeza o, tal vez, en parte a su cautela.  Era evidente lo que yo quería conseguir de él. Quería probar el éxtasis que aún corría por su sangre. Los restos de energía artificial que aumentaba el torrente de sus venas. Quería sentir sus venas y recorrer con mis labios la arteria que se dibujaba en su cuello para succionarle la vida. En mi mente, varias veces había arrancado con mis uñas el tatuaje de sus brazos, sin embargo, en mi realidad, seguía siendo una niña. Una jovencita queriendo comer en la mesa de los grandes. Lo veía a lo lejos buscando el momento de acercarme sólo para quedarme muda de los nervios.

Dicen que quién juega con fuego, se termina quemando, sin embargo una sensación en mi vientre me invitaba a buscar su calor. Era como un choque de electricidad que nunca antes había sentido desatado por el estruendo de su risa llena de cinismo. Cínico: perro en griego. Animal que se guía por los instintos más básicos de la naturaleza. Salvaje si se le maltrata, dócil si se le moldea. Esa risa que hipnotiza como los demonios y penetra por tus tímpanos hasta tu espina dorsal. Si su voz grave y rasposa pronunciaba mi nombre, lo sentía por dentro retumbando con cada vocal -A- man- da- y un escalofrío recorría mi cuerpo como su lengua en mis sueños.

Veia como hablaba con las otras mujeres. Cual pavo real hinchaba el pecho y desplegaba sus plumas mostrando esos perfectos músculos esculpidos con el tiempo. Logro de un hombre detallista y disciplinado. Podía ver en su rostro una vida oculta que me intrigaba mientras alardeaba de lo que fuera con ellas. Mientras las abrazaba a ellas. Mientras yo hervía en celos desde el otro lado del salón. Casi parecía que era consciente del revuelo que causaba y lo disfrutara. Uno mas de tantos que encierran su pasado e inseguridades en su presente, experiencias y manera de actuar. Lucia una actitud de las que se adquieren cuando decides que ya no quieres a nadie entrometiéndose en tu camino. Eso fuera de importarme, era lo que mas me atraía de el..Su oscuridad y su perversión.

Llegó el día en el que me decidí a contarle mis obsesiones. Buscaba las palabras exactas para conseguir lo que yo quería tal y cómo lo había hecho por años. El me escuchó con desgane, posiblemente lo veía venir así que no le tomó importancia. Me sentí apenada y un poco estúpida. Sin embargo no desistí. Él, por medio del miedo intentaba disuadirme. Me planteaba situaciones en las que me trataría más como objeto que cómo persona y yo, por no mostrar debilidad pedía eso y más. Indicandole "es exactamente lo que quiero", quitándome un poco de control. No había nada en ese mundo que quisiera más que ser suya aun que fuera por un momento; Él lo sabía.

Conforme fue pasando el tiempo y las insinuaciones pasaron a ser peticiones bastante directas, el peligro de que éstas se hicieran realidad, se tornaba más tangible. Él comenzaba a disfrutar el juego en privado. Dónde nadie se percatara que en esa conversación no había más que sexo. No había urbanidad, nada de sociedad, sólo sexo, bromas, autos y más sexo. Sabía que iba a salirse de mi control porque en realidad nunca lo tuve. Sacaba su lengua constantemente. Ese gesto en el que su larga y puntiaguda lengua se asemejaba a la de una serpiente reconociendo su entorno, me volvía loca. Podía sentir mi corazón acelerarse ligeramente y mis brazos y piernas erizarse. Sin embargo, por una u otra cosa, esa conversación siempre a la vista de los demás, debía terminarse.

Siempre lo evitaba con la misma fuerza que usaba para buscarlo. Esa noche coincidió que estábamos los dos solos en medio de la granja durante la noche. Fuimos al tiempo al mismo sitio dónde la conversación de siempre tomó lugar pero esta vez, lejos de la mirada vigilante de la gente. Me puse tan nerviosa que traté de alejarlo. Jugando golpeé su rostro despacio con mi mano -¡No me estés golpeando!- Dijo al tiempo que me acorraló y agarró uno de mis senos. En medio de la noche, lejos de la gente, quise darle una cachetada, el pánico que me atajaba por la confusión me llevó a levantar mi mano con la intención de responder y él se dio cuenta. Detuve mi mano por su mirada amenazadora -¿Vas a volver a golpearme?- dijo, y bajé mi mano. Me soltó al momento. No era más que una advertencia y le tomé la palabra.

Asustada, fui a buscar protección con otros del lugar. Mantuve la mayor discreción posible, no quería que mi madre se enterara porque, muy dentro de mí, a pesar del miedo seguía deseándolo con cada partícula de mi ser. Entendí que aun no era el momento. Que debía esperar a volverlo a encontrar en la vida para que éste sueño se pudiera concretar. Me sentía enojada, cada que lo veía mi sangre se calentaba y corría más rápido por mis venas pero esta vez era de rencor -¿Cómo se atrevía a tratarme así?- Pensaba. Fue sólo tiempo después de volver a espiarlo desde lo lejos que lo comprendí: Eso era lo que buscaba, su energía y dominación.

Pasaron los años, Él era ahora un hombre casado y podía, tímidamente, acercarme a saludar. Manteníamos conversaciones triviales acerca de nuestro entorno, pero nada más. Aun sentía el latir de mi cuerpo entero cuando lograba sostenerle la mirada e inmediatamente me alejaba. Sentía celos de cómo la trataba. No quería ser su princesa como lo era ella, pero era un obstáculo para mi. Decidí hacerme su amiga para poder alejarme dado el cariño que le tenía. Conversaba seguido con ella y jamás sospechó de mi. A veces, él estaba ahí, evitando mi mirada y anulando mi presencia. Una vez más era la niña que jugaba a ser un poco madura, algo mayor para encajar. Parecía ser el final de esta aventura.  Mis amigas eran consientes del deseo que él despertaba en mi. Me aconsejaban alejarme, siempre buscaban mi bienestar. Con el tiempo me olvidé de él. Seguí mi vida y él la suya hasta que dejamos de vernos durante un tiempo. Eso hasta que su matrimonio terminó. Sólo entonces todas esas fantasías volvieron a tomar vida. Jamás pensé que un divorcio podía darme tanta alegría.

Esta vez tenía de mi lado un poco más de experiencia. Un poco más de malicia. Estaba decidida a obtener eso que durante más de cuatro años había buscado y me armé de valor. No estaba muy segura de que valiera la pena ni de lo que me esperaba al conseguir mi cometido, pero no me importó. Comencé a hablarle, a escribirle. Lo saludaba esporádicamente cuando encontraba algo qué compartirle. Eran pequeños intentos por llamar su atención hasta que un día la conversación de alargó.

-Esta semana estuvo muy pesada, el fin de semana me voy a ir al lago con unos amigos ¿Gustas?- escribió.
-Me encantaría, pero trabajo todo el fin de semana
-¡No vayas, ven conmigo!
-No puedo, sino estaría encantada. Es más, deberías de venir un día de estos a visitarme. Tengo ganas de platicar contigo- escribí. Sentía que mi corazón se aceleraba ¿Qué podría pasar? ¿Me dirá que no? ¿Y si viene? la pantalla me informaba que la respuesta estaba siendo escrita.
-¡Estaría bien! ¿Algún lugar en mente?- No podía creerlo, ¡Realmente estaba dispuesto a venir! Tenía que pensar en algo. Mencioné algunos restaurantes y le pareció buena idea.- Pero te advierto que con el alcohol me pongo romántico.
Mis ojos se abrieron como plato y solté una risa nerviosa al leer estos mensajes ¿Será que al fin era el momento? Continuamos con la conversación un rato entre coquetería ligera y juegos de palabras hasta que exclamó:

-¡A ver! ¿De qué estamos hablando? Hablemos del final ¿Qué prefieres, un final feliz o no tan feliz?-
-¿Pues qué mejor que dormirme contenta, o no? Era todo, no había vuelta atrás. Las cosas no podían ser más obvias. No tardó en contestar.
-Suena muy interesante- replicó.
-Cuatro años me han enseñado algunas cosas.
-¡Algunas tantas me atrevo a pensar! Jajajá.
- Ahora sólo necesito un juez que de un veredicto final. Alguien con experiencia y muy buenas referencias, cabe aclarar.
-¿Así que tengo buena fama? No hagas caso a los chismes, prefiero que tengas una opinión propia.
-Es justo lo que quiero.
-No se hable más, entonces tendrá que ser a mi manera, ¿Aceptas? Soy un perverso y un depravado ¡Yo tengo el control! ¡Tú obedeces!-
-¡Uy! Me parece perfecto.-

Estaba hecho, ahora sólo era cuestión de concretar el encuentro. Saldríamos a algún lugar a cenar con amigos y luego nos iríamos solos a cerrar la noche. Procuré un bar dónde nadie pudiera encontrarnos por casualidad. Dónde la diferencia de edad pasara desapercibida entre el grupo de gente con la que estábamos. Nos divertimos, bebimos y nos observábamos. De vez en cuando él reía de mi por los nervios tan evidentes mezclados con las ansias por tenerlo en mi cama. Durante la reunión se acercó a hablarme al oído -Vamos a comenzar más tarde. Tú te vas a masturbar y yo te voy a ver.- Sentí un escalofrío por todo mi cuerpo y una mirada cómplice delató mi consentimiento. Pasaron un par de horas y decidimos partir. Pagó la cuenta y tomamos rumbo.

Esa noche conocí una parte el mundo entre el cielo y el infierno que no me había tocado antes visitar. Jugamos juntos a conocer el cuerpo del otro. No apagamos la luz, había que aprovechar cada detalle. Al principio fui suya. Mi boca y el resto de mi cuerpo fueron suyos. Llegamos al cansancio luego de tocarme de una manera que jamás lo había hecho para nadie. Su rostro lleno de placer me fascinaba. No hubo tiempo de cohibirme. Estaba tan nerviosa al principio y tan extasiada al final. Nos recostamos, platicamos y yo examiné su cuerpo. Descubrí la edad de su piel, la tinta de sus tatuajes con mis dedos y mi boca, la historia breve tras de ellos y acaricié sus cicatrices de una por una. Recorrí sus largas piernas, sentí sus gruesas manos en mi cabello y mi cintura. Era mi premio por saber esperar. Yo quería más. No podía dejarlo ir sin tener un poco más.

Sabíamos algunas cosas del otro. Nos había tocado oír la vida del otro en más de una ocasión. Todas sus perversiones que conocía por testimonio ajeno y otras tantas que a mi mente venían en esas fantasías que fueron formándose los últimos años, eran justo lo que me tenía ahí esa noche. Me dirigió casi cada movimiento.

Hice todo lo que estaba en mis manos para volverlo a excitar y obtuve lo que en realidad deseaba. Me tomó completamente. Su fuerza sostenía mis piernas y su cadera me envestía al ritmo del deseo. Esa mirada malvada y alucinante se conectaba conmigo desde las alturas hasta que se consumió en el palpitar de su sexo dentro del mío. Había terminado. Todo había terminado, Lo lograste, Amanda, declaró y lo abracé en lo que recuperaba fuerzas para partir. Se despidió de mi con un beso. Lo acompañé hasta la puerta de la casa y regresé a la realidad. Estaba feliz, había sido perfecto, la lujuria y la complicidad del acto. No podía no querer más. Quedamos para un futuro encuentro.












domingo, 24 de mayo de 2020

El arte de sobrevivir.

Esta vez partiremos de cuatro consejos que he tomado como premisas para una mejor vida:

Lo cortés no quita lo valiente
No eres un árbol, si no estás a gusto ¡Muévete!
No quemes puentes. Nunca sabes cuando los tendrás que pasar.
Los consejos son regalos. Tú decides cuales recibes y qué haces con ellas.



Desde nuestra infancia vamos aprendiendo a convivir con los demás. Es en los primeros 10/12 años es cuando aprendemos a confiar o desconfiar de la gente. Es, por lo general, cuando experimentamos por primera vez la felicidad, la tristeza, la desilusión, los estándares sociales. También es cuando aprendemos de la lealtad, del apoyo, la amistad, el trabajo conjunto. Lamentablemente también es cuando aprendemos de la envidia, del abuso, del rechazo, del dolor.
Quizá es también la época en la que nos era más sencillo perdonar. Con un abrazo, un dulce o una disculpa, por lo general las cosas regresaban a la normalidad. Esto entre los compañeros y gente de nuestro mismo rango de edad.

Pero, ¿Qué pasa cuando agregamos adultos a la fórmula? La familia es nuestra primera sociedad. Los ejemplos que vemos de como manejar las emociones pueden ser vitales al momento de tomar decisiones en nuestra vida personal, social, laboral, amorosa, etc. Vamos creando nuestro carácter, defensas y maneras de atacar a vida. Quizá no tenemos la madurez para entender el porqué de muchas decisiones que toman los adultos al momento de vivir sus vidas, pero ¡Hey! Nosotros que ya somos adultos a veces no sabemos ni qué estamos haciendo o porqué lo hicimos, así que ánimo. Nuestros padres no nacieron sabiendo ser padres. Todos somos personas en crecimiento y de todos se puede aprender. Sólo hay que "parar la oreja" y "mantener las antenitas bien alertas" como decía mi mamá. 
No lo olvides: Los niños todo lo ven. Lo entiendan o no, todo lo ven. 

Después vienen los años de la adolescencia, donde todo se nos hace un mundo. Por supuesto que no por los problemas de la adolescencia no sean válidos, es solo que las hormonas y la inexperiencia hacen que las cosas se vean más grandes de lo que son. Incluso pareciera que no tienen fin. Es en esta etapa cuando comenzamos a tener mayor conciencia de nuestro entorno y sociedad. Te sorprendería cuántos chicos y chicas hay ahí fuera que pelean con la anorexia, bulimia y demás desordenes alimenticios. Quienes tienen que cargar con las adicciones y problemas emocionales propios o de un ser querido. La presión social aunada al sentido de pertenencia a todos nos ha hecho perdernos un poco durante esta etapa, es decir ¿Cuántas veces se nos dijo que no nos juntáramos con cierta persona o grupo de personas? ¡Pero ahí vamos de necios! Es la etapa de la rebeldía para muchos. El adolescente no mide consecuencias como lo haría un adulto. No tiene la experiencia ni el control de sus impulsos completamente controlado. Nuestro sentido de la individualidad se encuentra con nuestras hormonas y muchas veces llama al desastre. Especialmente si durante nuestra infancia no aprendimos a manejar nuestras emociones por X o Y razón.

También está por supuesto el aspecto positivo de esta etapa: La confianza en tu independencia por parte de tus papás. Disfrutar de nuestra nueva apariencia física, hacer tu propia comida, ir a ver una película con tus amigos sin chaperón, ganarse la confianza de tus padres y obtener más libertad ¡LA sensación de independencia es maravillosa! Son los años en los que empiezas a distinguir tu personalidad y gustos. Entre todo ese drama, sufrimiento y confusión propios de la edad, las risas están al por mayor. Los cambios de los círculos sociales. La transformación de las amistades. Las nuevas amistades. Es un verdadero caos y del caos venimos todos.

Ahora, de la vida adulta, realmente no puedo decir mucho todavía. Tengo 27 años y a penas voy considerándome adulto unos pocos años atrás. Siento que para la mayoría, entre los 18 y 24 años estamos en modo de prueba. Aun que sea una suscripción de la que no podamos dar de baja. Es el orden natural de las cosas. Naces, creces, pasan muchas cosas, sigues creciendo y mueres. Después de eso, solo quedan los vivos, las memorias y legados que dejamos atrás. Unos llegan más lejos que otros, pero todos vamos para allá y procuramos, por lo general, durar mucho en llegar. Como dice la canción "El rey" de José Alfredo Jimenez, uno de los mayores compositores de la música tradicional mexicana: "No hay que llegar primero, pero hay que saber llegar".

¿Saber llegar? ¿Pero llegar a donde? ¿Cual es la ciencia o qué? ¡Uy! Todos desearíamos tener una fórmula precisa para vivir la vida adulta  sin problemas. En lugar de esto, tenemos que manejarnos en base a la intuición y el aprendizaje que hemos adquirido en ese llamado "camino". Las posibilidades son tan grandes como tu esfuerzo, ambición y actitud. Es sorprendente cuando se llega al punto de decir "X persona tenía razón" y actuar como él o ella actuaría. Muchas veces "te cachas" hablándole a los niños como tú mamá lo hacía. Cocinar con la misma habilidad. Dando los consejos que te dio tu hermano. Evitando ciertas acciones porque la voz de tu abuelo con aquél consejo, resuena en tu cabeza.

Una gran parte de esas lecciones vienen por las interacciones con otras personas que no necesariamente tienen mucho que enseñar. El truco está en aprender a sacarle lo bueno a todo con humildad. Incluso si la lección es "no quiero ser como él". Aquí es donde aplico estas cuatro premisas de supervivencia: "Lo cortés no quita lo valiente", "No eres un árbol", "Los consejos son regalos" y "Nunca quemes puentes". Todos estos y otros más los he ido adquiriendo a lo largo de mi vida de diferentes personas sumamente importantes para mi. Algunos no los entendí en su momento pero hoy son herramientas imprescindibles en mi manera de convivir con otros y tener paz conmigo misma.

Regresando a las premisas, la primera viene de mi mamá, mi persona favorita en el mundo, aunque ya no está. "Lo cortés no quita lo valiente". 
¿A quién no le han faltado al respeto en alguna ocasión? ¿A quién no han lastimado? ¿Quién no se ha enojado con alguien tanto que la tentación de vengarse o simplemente explotar en su contra sea más grande que su paciencia? Requiere bondad, templanza, inteligencia y prudencia lidiar con estas y otras experiencias negativas ¡Qué decir de las personas que arremeten en nuestra contra! 

Ya sea de manera intencional o no, cuando nos inspiran algún sentimiento negativo, lo más natural es defenderse. Sin embargo "lo cortés no quita lo valiente". No por que alguien te lastime tienes que actuar de la misma forma. Esto no significa que pongas la otra mejilla o que permitas que esto se vuelva un hábito para la otra persona. Simplemente significa que la mejor manera de contestar es con clase, educación e inteligencia. Acá se le llama "Kill them with kindness", es decir "ataca con amabilidad". Te puede ahorrar conflictos innecesarios y tu conciencia permanecerá tranquila.

Se dice que cuando alguien se siente miserable no puede soportar que los demás sean felices. Son los que siempre buscan pleito y no se pueden estar en paz. También te puedes topar con gente que no sabe lidiar con aquéllos que piensa distinto a ellos, entonces atacan, juzgan y buscan denigrar o humillar a la otra persona, aun que sea de manera inconsciente por los moldes sociales a los que están acostumbrados. Existen también los que siempre se están haciendo las víctimas y no toman responsabilidad de sus actos. Todos ellos y más tienen una vibra negativa que, si lo permites, te pueden echar a perder el día o incluso la vida. 

Pedir respeto no está mal. Defender tu punto de vista, ideologías, personalidad, preferencias, acciones, decisiones puede ser muy difícil. En especial si te acostumbraste a los abusos verbales o físicos desde temprana edad. Aun así, vivir constantemente a la defensiva es tan desgastarte como el mismo maltrato. A veces, lo mejor es simplemente dejar a cada quién con su propia negatividad y en lugar de pelearse y faltar al respeto.

Aquí algunas ideas: Yo sé que te incomoda esta situación o incluso mi presencia pero cada quién es responsable de sus propias emociones y tú tienes que lidiar con las tuyas en tu propio tiempo y espacio. Respeto tu opinión pero no estoy de acuerdo, piensa lo que te haga sentir mejor, yo haré lo mismo. Gracias por preocuparte. pero yo tomé mis decisiones de acuerdo a mis necesidad y confío en mi juicio. No tienes derecho a faltarme al respeto e invadir mi espacio o mi privacidad. Si no te gusta lo que esta pasando o lo que estoy diciendo,  te puedes adaptar o retirar. Yo respetaré tu decisión. Ser y dejar ser es la mejor manera de ser feliz. Debatir educadamente si la conversación lo permite o simplemente una sonrisa.

Igual puede y se enojen más, pero te defendiste con amabilidad. No alimentaste el ego de la otra persona. No permitiste una transgresión. Fuiste suficientemente valiente para cuidar de ti mismo y eso es lo más importante. Créeme, entiendo que no es fácil lograr esto. Toma mucha práctica y firmeza de carácter para hacerlo sin caer en el juego. Recuerda, tu derecho termina cuando empieza el del otro y viceversa.


La siguiente premisa va muy relacionada a la anterior: "No eres un árbol, si no estás a gusto ¡Muévete!".

Una vez que eres capaz de identificar las situaciones que te hacen daño, es importante saber cuándo retirarse. Se dice que uno acepta de otros el nivel de maltrato que ejerce sobre si mismo. A veces es muy difícil saber cuándo alejarse antes de que la situación se salga de control o desborde la paciencia o capacidad de manejo de cada uno. Se dice fácil pero cortar lazos con ciertas personas o renunciar a ciertos hábitos, costumbres o lugares, puede ser más complicado de lo que se piensa. En el mundo adulto se tienen que sopesar las consecuencias ante las propias prioridades y es importante recordar ¡No eres imprescindible! No lo tomes a mal, todos somos distintos y puede que tus características sean la mejor de las opciones para la situación, persona o momento, sin embargo no eres indispensable. El mundo seguirá girando si te vas. Nadie va a cuidar de ti mejor que tu mismo, así que hay que hacerlo por el propio bien. No estás pegado al suelo, tienes la libertad de escoger. valórala.

Entiendo que a veces hay situaciones en las que no te puedes alejar, como por ejemplo casos de violencia intrafamiliar o cualquier otro en el que tu vida corre peligro si se toman decisiones de este tipo. Hay gente cuya integridad se ve amenazada si se trata de huir o simplemente las personas encarceladas. Otros quizá dependan físicamente de otros para sobrevivir. Hay muchas cosas que no podemos controlar, Pedir ayuda parece imposible o inútil. Si este es tu caso, ojalá tu situación mejore. Parece lo contrario pero no estás solo. Si tu vida corre peligro, acude a las autoridades. Pide ayuda a alguien de confianza si no puedes hacer la llamada tu mismo ¡No te rindas! Igual si conoces a alguien en esta u otra situación similar, busca información de como ayudar. Entiende que las ataduras mentales son muy fuertes pues el agresor ha trabajado en aislar a esta persona mental y fisicamente para que no pueda escapar y dependa completamente de él o ella. Si no sabes como ayudar, también puedes pedir ayuda.

Este es de mi papá: "No quemes puentes, nunca sabes cuando los necesites pasar".

Algunas oportunidades se presentan una sola vez en la vida. De nosotros depende cuales tomar o no. Aun así no puedes predecir cuales son esas oportunidades. Respetar a todos sin importar quienes son, te deja fortuna para la vida. Nunca sabes si esa persona que recién conoces puede salvar tu vida, ayudarte en alguna situación que veas perdida, darte algún servicio, ser tu jefe, ser tu proveedor... Manejarse con inteligencia en las relaciones interpersonales también incluye perspicacia. Observar las cualidades de las otras personas te permite ganar su gracia y su respeto. Trata como quieres que te traten. No podemos predecir el destino, solo trazar el camino que querramos recorrer con perseverancia, astucia y templanza. Es importante tener gente de tu lado en lugar de en tu contra. No todos son productivos para tu vida, pero más vale malo por conocido que bueno por conocer. Observa detenidamente. Pon tu mejor cara. Respeta. Se atraen más abejas con miel que con vinagre.


Y finalmente, "los consejos son regalos" tú decides cuales aceptas, e incluso cuando ya los abriste puedes decidir si tirarlos o pasarlos a alguien que pudiera de verdad darles buen uso.

Hay "críticas constructivas" llenas de veneno ya sea intencionalmente o no. Por lo general las personas que nos dan consejos son cercanas a nosotros. Otros consejos nos los topamos por el camino. Es importante cuidar de la salud mental. No siempre por el hecho de que la intención sea buena, es un consejo productivo o beneficioso. El infierno está lleno de buenas intenciones. No importa quién sea o que tanto lo ames o te ame, somos imperfectos. Nos podemos equivocar. Algunos no distinguen entre la empatía, simpatía y condescendencia. La empatía es poder entender y mostrar apoyo a una persona. Busca la comprensión objetiva del mundo interno del otro. Simpatía es expresar lo que uno siente al respecto sin dar importancia al otro y su sentir. La condescendencia, por su lado, es un arma de doble filo. Es decirle a la otra persona lo que quiere oír pero también puede caer en una amabilidad falsa que nace del sentimiento de superioridad hacia una persona. La simpatía es irritante pero la condesencencia puede ser simplemente una falta de respeto. Es ignorar al otro en tiempos de nesecidad. También es la manera de dar consejos no solicitados.


No me mal entiendan. A veces los consejos que vienen del corazón aun que no sean solicitados, no caen en saco roto. A veces las personas son demasiado orgullosas para pedir ayuda o no saben que les puede servir. Tomese por ejemplo las lecciones que se le dan a un adolescente. Lo más probable es que no las quiera escuchar pero luego viene el "te lo dije" aun cuando hayan pasado años. Algunos consejos no solicitados son realmente útiles pero a veces somos demasiado tercos u orgullosos para entender la naturaleza de este y como puede beneficiarlos. A veces tenemos que equivocarnos para poder entender que "tenían razón".  Actuar con amor tiene un impacto en el otro. Y claro que duele el rechazo. Eventualmente la gente se cansa de tratar de ayudar. Otras solo comprendemos cuando la persona ya no está. Todos tenemos nuestro ritmo y nuestro momento. No podemos cambiar el pasado pero sí usar el presente.

Aun así, hay consejos que no nos sirven y podemos ignorarlos. Quizá llegará a nuestras vidas alguien a quien sí lo pueda necesitar. Al final de cuentas, de todos se puede aprender algo. Igual, si esta tarde te fue de beneficio. El consejo está ahí.
 Asi como mi video favorito que es un discurso de graduación hecho canción. Se llama "wear sunscreen" se los recomiendo ampliamente. Dice así "Si te puedo ofrecer un consejo para el futuro, sería que uses bloqueador de sol. Los efectos a largo plazo han sido comprobados por científicos, mientras que el resto de mis consejos no tiene más bases que mi propia experiencia... se amable con Pero confía en mi con lo del bloqueador solar"





sábado, 18 de enero de 2020

La individualidad no está peleada con la moderación

Hace poco me encontré en una situación que me llamó la atención. Cómo saben si han tenido la oportunidad de leer otros textos, soy niñera en USA.
Cuando la niña me pregunta si se ve bien con Crocs o si le quedaría bien un corte de Bob. La respuesta interna es "NO ¡Es que se ve horrible y se ve ridícula!". A ella obviamente no le digo eso, le digo que con que ella se sienta a gusto, basta. No me gustan los Crocs ni me gusta el corte de Bob ni me gustarán jamás.
Fue cundo me di cuenta de que estos prejuicios respecto a la apariencia provienen de mi crianza. Así me decían a mi (con palabras más fuertes) y sigo vistiéndome cómo se me da la gana. La cosa es que es su cabello, es su decisión. Si su mamá y ella piensan que ella se ve bonita de Dora la exploradora, ¡Va! En mi opinión no me favorece y le aumenta lo extraña que ya se ve actuando como perro y caballo a los 10 años pero pues no son mis hijos, no soy yo y nadie vive en cabeza ajena. Eso se llama tolerancia. Y si que fueran mis hijos, ¿Dejaría que se corten el cabello como se les de la gana dentro de lo razonable? Puede que sí: les tomaría un chingo de fotos y cuando estén grandes les voy a decir "te lo dije" así como ahora me veo en fotos y digo "No pues... Mi mamá tenía razón". O quién sabe, igual y ellos terminen sorpendiéndome y efectivamente se vean bien.
¡Y es que en serio! Si yo hubiera hecho caso a mi mamá en tantas cosas, mi sociedad hubiera sido diferente. Mis críticas son un eco de las suyas pero, aun que me duela admitirlo, hora entiendo por qué. Lo único más satisfactorio que un "te lo dije" luego de un error es un "te lo dije" luego de un acierto. De igual manera sé que el haber sido yo misma y ponerme esas mechas horrorosas y delinearme maquillarme tan mal, no fue otra cosa que el proceso de la identificación de mi indivualidad.
"Lo que pasa es es que quiero evitarle que se rían de ella pero pues así aprendemos todos. Aparte quien quiera hacer daño va a seguir molestando así ande ella perfecta." Que en parte es cierto, porque los niños pueden llegar a ser muy crueles, pero, por otro lado, ¿Yo que voy a saber si ellos son los que van a la escuela y conocen a los compañeros?
Ahora, hablando en serio:
Es cierto que la víctima del bullying no es culpable del mismo pero tampoco puedes dejar al niño expuesto y sin armas para defenderse. Nosotros tenemos injerencia en la vida de nuestros niños no en la de los demás.
Si los padres de las víctimas actúan adecuadamente, la escuela tiene la obligación de guiar a ambos niños para superar la situación. Tanto al bully como a la víctima se les tiene que requerir terapia y servicios sociales interviene. Gracias a Dios acá esto es cosa seria.
Como muchos problemas, la prevención es la mejor solución. Si le enseñas al niño a manejar sus emociones y a trabajar con su personalidad, el aspecto social se amolda. Sin embargo, la apariencia es un aspecto social. Si la niña no se peina o no se baña o se porta raro y yo "la dejo ser" ¿Cómo voy a hacerle para que se sienta menos sola por qué nadie la junta?
No le puedo decir "no les hagas caso, te deben aceptar como eres" si la están rechazando en primera instancia por su comportamiento y apariencia. Si ella se siente solita e incomprendida, pero te está pidiendo ayuda ¿Que haces? Tienes que ayudarlos a integrarse a la sociedad o vas a crear jóvenes aislados y desolados (como lo fui yo). Hay que ayudarlos también a encajar para que cuando ellos sean adultos, no estén solos.
No es cuestión de reprimirlos o cambiar su personalidad, es cuestión de ayudarlos a ser funcionales y cuidar su salud psicosocial. Si la niña o el niño es blanco constante de bullying hay que ver el por qué. Existe una línea delgada entre dejarlos expresarse y exponerlos.
Alguien me preguntó "¿Y que le vas a enseñar al niño? ¿Que el se merece el bullying porque no se viste como la sociedad quiere? Es controversial.
¿O quieres que el niño finja ser algo que no es y sea infeliz siendo lo que el no quiere?
Es como que le digamos a alguien gay que deje de serlo porque le van a ser bullying. O sea es estúpido"
(¡Y qué si lo sabré yo! 12 años de burlas constantes por todo y por nada. Además de los otros de rechazo por mi sexualidad mientras estuve en México)
Y pues no. Nosotros (los papás, las terapeutas, maestros y yo como niñera) le enseñamos que se ve bonita con calcetines que combinan. Que le duran más si no los usa por separado. Que si se corta el cabello un poquito más largo, no le va a estorbar cuando vaya a equitación. Que si controla su temperamento y en lugar de mentir, echarle la culpa a otros, llorar, gritar o agredir por todo, la gente va a disfrutar su compañía. Que debe hacerse responsable de sus acciones para que sea más fácil y agradable convivir con ella. Que el hecho de que le digan que algo está mal, no significa que no la quieren.
Que si en lugar de llegar y querer acaparar la conversación, aprende a escuchar, más gente va a querer ser su amiga.
Que si alguien le dice un comentario hiriente es por qué no está a gusto consigo mismo y quiere lastimar para que otros se sientan tan miserables como él o ella.
Que es más fácil hacer amigos siendo amable que queriendo impresionar. Que si se peina todas las mañanas, su cabello se hace menos nudos. Que si se pone Crocs con fidgets tome en cuenta que se puede atorar en todo y se le pueden perder. Que si va a tener una conversación y el tema le incomoda no puede fingir que es un perro y ladrar para no contestar. Que sus acciones tienen consecuencias. Que también los demás sienten feo cuando ella dice cosas hirientes. Que hay mejores maneras de expresar una crítica. Que no puede decir lo que piensa sin pensar en a quien va a lastimar o afectar. Que la verdad sale a flote siempre. Que puede confiar en nosotros. Que todos nos equivocamos. Que quizá el niño que le hace daño no sabes que le esta haciendo daño. Que tampoco puede forzar a los demás a jugar con ella o ser su amiga. Que las conversaciones son de dos o más personas y no son concursos de quién la tiene peor o mejor situación. Que las opiniones de los demás son tan válidas como las suyas.
¡Uff! ¡Tantas cosas que puedes hacer para que un niño encaje y no pierda su personalidad! Ni ellos saben cuál es su personalidad, la están forjando. Tienes que poder observar y escuchar para poder guiar. No puedes proyectar tus complejos o miedos en el niño. Tú sociedad y la del niño son completamente diferentes. Es estúpido pensar que todo es tan sencillo como "cambia para que te acepten". La complejidad de la mente humana es infinita. El papel de los padres y otras figuras de autoridad y ejemplo es el de saber guiar. Lo complicado es conocer el camino por el que van y establecer los canales de comunicación adecuados.
El panorama ya no es lo mismo que cuando nosotros teníamos su edad. En nuestro caso como au pairs ni siquiera es la misma sociedad y cultura. No podemos cegarnos al discurso de odio en el mundo exterior al hogar (a veces el del hogar, sea intencional o no). Los niños solitarios no desarrollan las herramientas necesarias para funcionar en sociedad porque la gente que la conforma se los ha negado por medio de la segregación y el rechazo.
Al final de cuentas trataremos de hacer todo lo posible por su bienestar y no podemos arreglarles el mundo. Y yo, como niñera, no puedo controlar ni la ropa que tiene, ni los zapatos que tiene, ni el corte que se haga ni la comida que come. Solo puedo ofrecer alternativas (que afortunadamente por lo general son aceptadas) Soy solo un ayudante en la casa sin importar cuánto los quiera. Sé que voy de paso. Aún cuando nos amemos cómo familia y los niños me vean como una segunda mamá, es un cariño ganado y no inherente a la existencia del otro. Reitero, no son mis hijos. No significa que no los ame pero no son mis decisiones. Tampoco porqué los amo, me va a gustar todo lo que a ellos les gusta. Es muy fácil apuntar el dedo cuando no se tiene idea de lo que pasa detrás ni se da uno el tiempo de preguntar.
No soy madre. El día que lo sea, ya llevaré un poco de práctica. Dos años de terapia de familia con ellos no se me fueron en vano. El progreso ha sido enorme y veo un par de niños felices que se aparecen de repente. Cómo cualquier niña o niño han ido desarrollando su estilo y personalidad con el tiempo. Me alegra ser parte su crianza y aprender de ellos a la par. sé que todos los niños son distintos pero también he aprendido que su individualidad es maravillosa, me gusten las mismas cosas o no.


domingo, 5 de enero de 2020

Ensayo de la nomofobia


La dependencia a los teléfonos celulares como factor de deterioro en las capacidades cognitivas y psicosociales

     Por medio de este texto se pretende exponer la influencia negativa en el aspecto cognitivo y psicosocial del uso indiscriminado de los teléfonos celulares. Se intentará plantear una comparación entre la funcionalidad en sociedad de las personas previamente a la existencia de éstos y cómo el abuso y el consumismo han transformado su finalidad, minimizando su característica como herramienta de comunicación hasta transformarse en un factor dañino para nuestra vida cotidiana. Se hablará también de la llamada nomofobia y como esta crea una barrera de comunicación efectiva. Y se propondrán posibles alternativas para la estimulación de la memoria a largo plazo utilizando estas tecnologías a nuestro favor.
     No se puede negar que actualmente es imprescindible en la mayoría de los entornos contar con al menos uno de estos aparatos. Una vez conocidas sus ventajas, es difícil imaginarnos la mayoría de las situaciones sin acceso a ellos, aun cuando no se usen activamente, nos sorprende su ausencia. Ya sea por medidas de seguridad, trabajo o simplemente por interacciones sociales, su presencia es presupuesta.
     Habría que comparar la existencia de todas las actuales posibilidades de comunicación con las existentes a mitad del siglo pasado y principio del presente. El valor del tiempo, recursos y espacios se determinaba también por las interacciones. Ya sea un salón de clases donde presencialmente escuchamos la cátedra, una sala o el comedor en casa de la abuela, el entorno tenía mayor importancia para la entrega exitosa del mensaje. Formaba al individuo y se reforzaba el respeto y capacidad de escucha eficiente.
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Descripción generada automáticamenteLas generaciones más jóvenes, también conocidos como los “nativos digitales”, basan en algún punto de su desarrollo su entera personalidad alrededor de su teléfono y todo lo que éste contiene de su información personal. Son herramientas para la organización, recolección de datos, medio de investigación, entretenimiento, estatus y escudo mientras dure la batería. Las exigencias sociales que trae consigo estas características enfocan la atención de las personas de manera más pronunciada hacia la inmediatez de resultados y respuestas. Los medios digitales han roto la barrera del tiempo que físicamente tenemos disponible junto otras personas, transportándonos a otros sitios desde la palma de nuestras manos.
Según expone Amaro La rosa en su texto TELÉFONOS MÓVILES, COMUNICACIÓN E INTERACCIÓN:
…la manera en que los teléfonos móviles pasan a formar parte de la vida diaria de los adolescentes convirtiéndose en una suerte de detonadores del pensamiento social. A través de su uso los adolescentes construyen su identidad y aprenden a presentar su yo en la esfera pública. El uso de los móviles demanda el desarrollo de las propias competencias que los habilitan como individuos funcionales a su sociedad.”
Actualmente las herramientas dadas a los jóvenes implican una visión distinta a la de otras generaciones. La sobre exposición a la tecnología trae consigo pros y contras. Ante la posibilidad de borrar y reiniciar cualquier diálogo, la planeación de las conversaciones puede ayudar a predecir un resultado favorable. Brinda, hasta cierto punto, una sensación de seguridad. Sin embargo, esta ilusión de control falla al interactuar con la persona frente a frente. No existe ese lapso que nos permite rectificar nuestras palabras. En el mejor de los casos, nuestras experiencias previas con el interlocutor nos darán una idea de los posibles resultados. Por otro lado, la falta de convivencia en tiempo real disminuye la capacidad del individuo para identificar factores de tensión en las reacciones y respuestas aumentando la posibilidad de resultados desfavorables. Esto se debe a una falta de inteligencia emocional que se adquiere inevitablemente mediante la integración a la sociedad. La conciencia sobre un potencial fracaso genera aun más apego a la zona segura que es la mensajería instantánea.

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Ya sea por texto o un lenguaje predominantemente visual (emojis, filtros, stickers, gifs, etc.) estamos ya acostumbrados a esperar una respuesta, incluso a veces genérica y carente de sustancia. Las opiniones propias y las conversaciones profundas de autodescubrimiento no son tan frecuentes pues “se espera” que los mensajes sean rápidos y eficientes. Se ridiculiza el sentimentalismo y se promueve la falsa ilusión de activismo social y “filosofía barata” por una estela de breve reconocimiento. Así se expone en el estudio Intolerancia a la Incertidumbre y Nomofobia en adultos emergentes realizado por Claudio Marcelo Acosta como parte de su Tesis para la licenciatura en Psicología por parte de la UADE:
“… lo que Cushman denomina el “yo vacío” (en García-Montes et al, p. 69), pues al quedar atrás la época de los grupos de referencia preasignados, las pautas y códigos de conducta que servían como guía se vuelven escasos y contradictorios dificultando la construcción de una identidad personal (Bauman, 2004). A falta de las señales que brindaban las estructuras tradicionales el “yo vacío” demanda gran cantidad de información y dirección de los otros para guiar su comportamiento, de manera que las formas de identificación actuales requieren más que nunca de la ayuda de “otros significantes” –el otro generalizado de Mead (1993)– para construirse.”
Es por esto por lo que la constante validación por medio de las redes sociales y a la sensación de control de nuestras interacciones y tareas de la vida diaria se vuelve una necesidad para nuestra estabilidad mental, ocasionando incluso lo que se conoce como nomofobia. Quiroz, et al. (2015) describen a la adicción al uso del teléfono móvil, como la imposibilidad que un sujeto tiene para controlar o interrumpir su utilización.  Pese a que aun no forma parte de la literatura como diagnóstico oficial ya se han presentado propuestas para incluirse en el DSM-V (The Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders), manual de diagnósticos oficial para la psicología y referencia para otras ciencias como la medicina.
Como toda adicción, la abstinencia puede provocar en las personas reacciones adversas como crisis de ansiedad, incertidumbre, depresión e incluso, en algunos casos, desatando episodios violentos que pueden poner en peligro a quien los padece o a otros. Por este motivo se recomienda el uso moderado tanto por salud física como mental y buscar alternativas como actividades que requieran una interacción directa con otros, principalmente para los más jóvenes.
También es importante considerar a aquéllos cuyo trabajo les obliga a depender de este tipo de aparatos de comunicación. Otra de las características de los teléfonos inteligentes es la inmediatez en la obtención de respuestas y la capacidad de almacenamiento de información. Pese a que es una ayuda enorme, tiene en su gloria su condena. Hemos perdido la capacidad de programar sin su asistencia la comprensión y retención de información.
Sería entonces necesario regresar al núcleo básico de la comunicación que es la convivencia presencial, activar nuestros cerebros con actividades que mantengan la estimulación de las conexiones neuronales e intentar dejar de lado la dependencia digital. Seamos conscientes de que un contacto más personal, aumenta la calidad del ser humano sensibiliza y concientiza sobre el dolor y necesidades de los demás. No podemos ignorar la falta que esto hace en la sociedad actual y si bien, los teléfonos son beneficiosos, una mayor carga ética y de valores puede guiarnos a una sociedad digitalizada y centrada en el bien común en lugar de egocentrista e ignorante del entorno.

Bibliografía:
·         Acosta, C. M. A. (2018, junio). Intolerancia a la Incertidumbre y Nomofobia en adultos emergentes. Recuperado 30 mayo, 2019, de https://repositorio.uade.edu.ar/xmlui/bitstream/handle/123456789/7414/Acosta%20Claudio-%20TIF.pdf?sequence=4&isAllowed=y
  
·         La Rosa, A. L. R. (2012, enero). TELÉFONOS MÓVILES, COMUNICACIÓN E INTERACCIÓN. Recuperado 30 mayo, 2019, de http://www.unife.edu.pe/pub/revpsicologia/avances2012/amarolarosa.pdf

martes, 5 de febrero de 2019

El diagnóstico lo cambia todo

Tengo la certeza de que la psicología y la psiquiatría cargan en ellas verdad. Como seres humanos tenemos el don de discernimiento pues se nos ha dado, por evolución o divina gracia, una conciencia que es carga y liberación. Toma mucho tiempo, para la persona promedio, construir barreras y bases que permitan sostener el frágil ego que posee. Durante toda nuestra vida veremos el mundo girar y cambiar nuestro entorno y por supervivencia nos adaptamos a las circunstancias dadas por el mismo. Son hoy, estas ciencias, la explicación del porqué eterno, o al menos una aproximación , del comportamiento humano. Seguimos, sin embargo, tratando de desenmarañar esta incógnita innegable que es la base y cúspide de nuestras decisiones desde que el primer filósofo exploró sus dudas por medio de cuestionamientos que le acercaran a la verdad, si es que habría alguna.
Sin embargo también tengo la idea de que, una vez adquirida la conciencia de la introspección, jamás podrás ignorar completamente lo aprendido. Es este ejercicio el que nos fortalece o nos quiebra dependiendo de que tan profundo llegas y que tanto valor tienes para buscar tu verdad. Digo específicamente "tu verdad" pues nadie experimenta en cabeza ajena. Una vez que un diagnóstico te es revelado tienes dos opciones que plantearé con una frase de gran significado para mí: renovarse o morir.
¿Qué hiciste la primera vez que se te dijo que padecías una depresión? ¿Fue algo nuevo para ti o pudiste recibirlo como una inminente verdad? ¿Qué hiciste cuando a tu ser querido se le diagnosticó con certeza y veracidad aquél "transtorno" que te llenó de dudas? ¿Podrá eventualmente todo regresar a la normalidad? ¿Te atreviste a indagar sobre el tema o ese miedo paralizante a lo desconocido te acogió en sus garras privándote del gran don de conocerte a ti mismo y a los demás? Sentarte a hablar de ti, será siempre más difícil que hablar de otros, pero descubres, tras esas palabras que suenan más que nada a sentencia, que no eres tu desorden alimenticio. Es sólo una característica modificable de adquirirse la fuerza y voluntad. Quizá seguirá por siempre en tu sombra recordándote cuando dejaste de ser perfecto o, puede también ser la explicación que habrías buscado por tanto tiempo y que de dejó respirar al decir "no es mi culpa pero lo puedo manejar".
La salud es un tema delicado y, si se me permite el atrevimiento, la salud mental es más delgada que el cristal. Aun así hasta la pieza más fina se puede poner en un estante, a lo alto o a lo bajo, a la vista u oculta. Es cuestión de poner empeño en colocarla cuidadosamente en su lugar. Ahora, ¿Cuál es este lugar? ¿Dónde puedo poner tan valioso "objeto" que absolutamente nadie lo pueda jamás dañar? Simple, en ningún sitio. Todo en este mundo está en constante cambio. Podemos todos ser cristal o podemos también ser barro. Ser nuestro propio artesano no es fácil, me atrevería a decir que es casi imposible. Estamos constantemente expuestos a los cambios e influencias de nuestro entorno y no, nosotros no decidimos que material nos conforma, pero aprendemos a poner las piezas en su lugar antes de rendirnos en juntarlas otra vez. Si tenemos suerte, quizá alguien se hinque al suelo para ayudarnos a unirlas creando algo nuevo que estarás orgulloso de mostrar.
Sí, es imposible permanecer incorruptibles tras el paso de los años. Incluso las rocas no son lo que eran cuando comenzaron a existir. Toma por ejemplo, las rocas en los ríos: son estas y otros "accidentes" los que determinan el causal pero no son "menos rocas" por ser talladas gracias a la corriente. Sólo son rocas que aprendieron que, si no pueden nadar, la otra opción es dejarse moldear o cesarán de existir como tal para formar parte del resto de la naturaleza.
Quizá te preguntarás, ¿Debo entonces dejarme llevar? ¿Soy "victima de mis circunstancias" o soy "producto del causal de la vida"? Quisiera tener una respuesta puramente analítica, adornarla con mil y un más metáforas. Lo único que te puedo decir es que, tú, hoy, aquí, Eres un ser complejo con capacidades inexplicables. Tienes el poder de ser el río y al mismo tiempo la roca. El estudio del comportamiento humano es tan cierto como esta verdad. Será, posiblemente petulante considerar que algún día entenderemos en su totalidad el complejo laberinto del psiqué humano. Estamos atados a la brevedad de nuestra estadía a la tierra. No somos una roca que gira sin rumbo hacia lo profundo del mar. Somos seres finitos y capaces de sostener una moralidad y conciencia. Vale más enterarnos que de pronto dejaremos de ser humanos para regresar a la tierra pero, mientras tanto, aprendemos a confiar.
Existen muchos estigmas aún hoy en día sobre temas de la conducta humana. Es natural pues somos propensos a juzgar. Nuestras decisiones estarán constantemente influenciadas por nuestras experiencias. Sin embargo, este gran don del pensar trae consigo una responsablidad inaludible: sobreviviremos sólo si lo queremos lograr. Son estas ciencias herramientas creadas por tantos y tantos hombres imperfectos. Modificandose como otras tantas con cada nuevo descubrimiento.
Asusta entrar en un "perfil psicológico" no hay duda de eso. La pregunta final de todas es, ¿Qué vas a hacer al respecto?

viernes, 4 de enero de 2019

Así es como hoy, tu belleza no la olvido

La vi recostada sobre su sonrisa. Su blanca piel marcada por mis uñas. La vi con su largo cabello claro cayendo en sus hombros y sus manos desapareciendo bajo la almohada. Descansaba y soñaba con volar extendiendo sus brazos y piernas a través de la cama. Su hermosa figura de mujer cansada fue alimento para mi mirada. No pude evitar regresar a ella. Tenía que adorar sus largas piernas con mis manos hasta llegar a sus cintura arrancándole un suspiro. Todo me llevaba a acercarme a su cuerpo y deshacerme de la ropa que ya había vuelto a colocar en mi. En el momento en que abrió sus ojos verdes y miró mi rostro, no pude contenerme más. Puse a un lado las telas estorbosas y me dispuse a besarle. Pequeños gemidos y risitas sucedían al ritmo de mis labios en su piel. La besé desde sus piernas hasta su cuello sosteniendo su figura firmemente entre mis manos. Quería grabar en mi memoria muscular la perfección de ese momento. De un momento a otro mi figura cubría la suya embonando mis piernas en el espacio entre las suyas. Podía sentir la humedad que emanaba de su sexo. Con movimientos circulares su cadera me invitaba a vivir en ella uniéndonos en los espasmos causados por la mímica. Podía sentir mis senos rozando su bella espalda y nuestros tobillos entrelazados debajo de las cobijas. Mientras, mi rostro se refugiaba entre su cuello y sus mejillas, pronunciando un te amo entre caricias.
Es increíble pensar en cómo comenzaron las cosas. Aquélla noche iba acompañada de mi soledad a enfrentarme a un mar de gente disfrazada de alegría. Perdimos la conciencia de nuestras realidades atando nuestras almas en un acto carnal inolvidable. Eras la aventura que jamás pensé tener y desde el primer día me mostraste otro mundo ¿Qué habría hecho yo si no te hubieras cruzado conmigo? Incluso conocer a Cristo esa noche hubiera sido distinto. Cosa curiosa que el que coqueteaba fuera tu amigo mientras tú habías captado mi mirada y acelerado mis latidos desde el principio. Hoy que todo ha terminado a más de un año de haberte conocido, dejo contigo una pieza enorme de mi vida. Aquélla que arrancaste a gritos y mordidas pero también esa que te ganaste con tu hermosa y tímida sonrisa.
Te recuerdo perfectamente con todas tus imperfecciones. Las marcas y lunares que adornan tu entrepierna. Recuerdo los montes que recorría mi deseosa lengua haciéndote delirar, como ninguna otra. Me permitiste cruzar las puertas de tu cuerpo desde nuevos ángulos. Me permitiste derretirte entre mi rostro, cadera y manos. Me permitiste entrar a tu corazón desde tu oído y sostenerlo entre tus senos y los míos. Y más que todo, me permitiste tomar tu mano por este tormentoso camino.
Tormentas.Tempestades de la propia naturaleza. El tiempo hace que se derramen las presas. Estruendos. El volumen de las bocas aumentaron fuera de la cama ¿Quién dejó que cruzaran el río esas palabras? Las fronteras deberían ser el filtro de las armas verbales. Pesa más la piedra que la caricia. Doliste más de lo que curaste. Besarte no resanaba las heridas.
Así es como hoy, tu belleza no la olvido. Siete meses a tu lado refugiándome contigo. Siete meses de sonrisas y risas y amores. La mitad del tiempo que me resta estuvo en nuestros corazones. Hoy que ese cajón no alberga mi pijama y ese ya no es mi lado de la cama, me encuentro agradecida por haber sido tu dama. Por que me enseñaste más de lo que piensas tanto de la vida como la cama.
No volveré a recostarme en tu pecho cuando el día no más no se acaba. No volveré a enredarme en tus piernas cuando la ansiedad me ataca. No volveré a besarte en la playa justo después de amarnos. No podría volver a hacerlo después de como me haz lastimado.
Sin embargo, vida mía, fuiste tú quién liberó mi cuerpo de sus cadenas. Me enseñaste que en el sexo la ternura es igual de placentera. Que no sólo eran mis ansias las que vivían entre nuestras caderas y sobre todo que entre iguales, el néctar que se extrae es más dulce con certeza.


lunes, 7 de mayo de 2018

Me libero de mi pasado

Durante mucho tiempo de mi vida he estado expuesta a situaciones desagradables como cualquier humano. Algunos de los que escuchan mi historia se quedan atónitos. Otros se preguntan como es que sigo viva. A veces yo me pregunto lo mismo.
Cuando tú, lector, entras a esta página, encuentras pedazos de mi alma. Aprendí durante mi adolescencia a valorar mi vida tanto por su gloria como por su tragedia en el sentido en que me hacía más humana y me daba razones para escribir. Escribir es una de las bendiciones más grandes en mi vida. Es el diccionario y glosario de mi esencia. Me tomo el tiempo de hacer de mis textos lo más acertado y fiel a mi sentir. Es mi manera de poner todo lo que llevo dentro, en orden.
Las palabras son un arma de doble filo. Pueden crear mundos o pueden destruírlos. Hoy, como adulto, mi vocabulario es estándar. Cualquiera que me lea va a entender lo que digo, o al menos eso espero. Siempre queda el espacio a la interpretación. Sin embargo, no siempre fue así. Es algo que nos pasa a muchos de los que pensamos "fuera de la caja". La presión social puede sofocar a cualquier persona y en retrospectiva, tomé mis talentos, los guardé en el bolsillo y me metí a la caja. Me volví "normal" y me dejé a un lado.
Sin embargo, hoy que te comparto este otro pedazo de mi vida, te invito a verlo como un todo. Te invito a que, si me conoces en otra faceta, me des la oportunidad de mostrarte quién soy.
Eres libre de usar tu juicio, puedes sacar todas las conclusiones que desees acerca de mi. Tienes la invitación a esos rincones de mí sentir que he guardado celosamente durante años. Querido lector, hoy no me escondo tras un pseudónimo omnisciente sino que te confieso: Soy Estefanía Burrola y estoy orgullosa de serlo.
Mi dolor y mi placer me edificaron y no estaría hoy aqui si no fuera por muchas de cosas que he escrito. Disfruta el viaje, este blog es también tuyo.